Author: Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México
Go to Source
Quiero iniciar mi comentario dejando claro que admiro a las PyMEs. Los empresarios que arriesgan su capital para establecer una empresa suelen iniciar como empresas pequeñas que luego serán medianas. Las PyMEs en México y en el mundo son las principales creadoras de empleo. Cuidar de estas empresas es cuidar el presente y futuro del país. Además, la innovación en productos, servicios y procesos de manufactura suelen surgir de este sector.
De acuerdo con cifras del INEGI, en total hay 579 mil 828 Pymes dedicadas al sector de manufacturas; más de dos millones 248 mil 315 unidades en comercio y 1.8 millones en servicios no financieros. En el resto de las actividades económicas se desempeñan 98 mil 795, sin embargo, el Estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN) 2020 dio a conocer que, de los 4.7 millones de establecimientos que reportó el INEGI un año antes, sobrevivieron 3.9 millones (79.2 por ciento). Es decir, que tras la pandemia de COVID-19 desaparecieron aproximadmente un millón de Pymes.
El capital para iniciar una pequeña empresa es aportado en la mayoría de los casos por su fundador. Aún es raro en nuestro país que el sistema financiero tradicional aporte capital de riesgo para desarrollar nuevas empresas. Hay una esperanza a través de mecanismos como el cowdfunding, pero está en etapas tempranas de desarrollo.
En los inicios de una empresa, la lucha por sobrevivir y ganarse un lugar en el mercado implica sufrir momentos muy difíciles donde el dinero es escaso y apenas se logra pagar la nómina a los empleados. En estas circunstancias, las PyMEs se ven con frecuencia forzadas a buscar ahorros que les permitan subsistir. Pero cuidado: hay ahorros que a la postre pueden resultar el costo más caro de la empresa e incluso poner en duda su futuro. Veamos tres ejemplos.
El primer ejemplo está relacionado con la contratación de los empleados. Hacerlo bien significa entre otras cosas afiliarlos al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Es una tentación grande para las empresas que inician, no afiliar a sus empleados al IMSS, ya que esto significa aumentar el costo de la nómina en más de 30%. Este “ahorro” se convierte en la peor decisión cuando por desgracia un trabajador tiene una enfermedad o un accidente. Los costos médicos y de multas que aplican las autoridades pueden acabar con la empresa. De hecho, este ha sido el final de muchas de ellas.
El segundo ejemplo se relaciona con el medio ambiente. Cuando la empresa vende algún producto cuya fabricación genera contaminación al ambiente, puede decidirse que en un inicio no se invertirá en lo necesario para no contaminar. Todo va bien hasta que, en alguna inspección, la secretaría del medio ambiente cierra la empresa por malas prácticas de fabricación. Nuevamente habrá una multa sustanciosa que afrontar.
Finalmente, el tercer ejemplo tiene que ver con el fisco. Dicen que los contadores “creativos” son muy peligrosos. Y es verdad. Buscar artimañas para evadir impuestos nos llevará tarde o temprano a enfrentar al SAT. Por supuesto que hay que buscar todas las oportunidades dentro de la ley para reducir la carga fiscal, pero no es conveniente cruzar la línea donde la empresa lleva a cabo operaciones y manejos claramente observables por un auditor. Una vez más, habrá una multa grande que pondrá en entredicho la existencia de la empresa.
Incluir a los trabajadores en la seguridad social, cuidar el medio ambiente y cumplir las obligaciones fiscales ante la autoridad son ejemplos de una empresa que es responsable socialmente. ¿Tiene un costo la Responsabilidad social? Sí, es el costo más barato.
Dr. Francisco Colín Ortega, Académico de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México
Recuerda dejarnos un comentario
RECOMENDAMOS Las “Nenis”, la cara de la transformación del microemprendimiento
Te compartimos el siguiente vídeo